Horario de Atención

Lunes a Viernes de 13.00 a 19.00 hs. 1 Piso de la Sociedad Hebraica Argentina - Sarmiento 2233

miércoles, 19 de junio de 2013

Feria del Libro Judío 2013




                                                 Programa de actividades

Exposición Fotográfica de Julie Weisz. “Fotografías de Teatro Abierto”

JUEVES 27
18.30 hs. – Inauguración a cargo de Martha Wolf, escritora y Oscar Olender, Presidente de SHA. 

19.00 hs. – Charla: “Spinoza, la maldición del bendito” a cargo de Diana Sperling, filósofa.

20.00 hs. – Presentación del libro: "La extinción de la diáspora judía”. Un encuentro   
entre Santiago Kovadloff y Gerardo Mazur a propósito del último libro del
escritor.
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VIERNES 28
18.00 hs. – Charla: “Judíos sefardíes. Pioneros de la inmigración en la 
                   República. Argentina. Procedencia y Demografía. Sefardíes y la 
                   nacionalidad española” a cargo del Dr. Marcos Azerrad, investigador.

19.00 hs. – Charla: “Eticidad, Psicoanálisis, Judaísmo, Cuatriplicidad".
                   a cargo de la Dra. Silvia Lef, psicoanalista. (En Biblioteca)
 
19.00 hs. -  Manuela Fingueret, antes, ahora, siempre”, a cargo de Mirta Kupferminc
artista plástica y Gerardo Mazur.

20.00 hs. - Proyección y debate del film documental “Un pogrom en Buenos Aires” de
Herman Szwarcbart, por su realizador.
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SABADO 29
18.00 hs. – Charla: “Temas de la poesía judía en Argentina” a cargo del Prof. Mario Ber

19.00 hs. – Charla: “Restos entre palabras: sobre la identidad como un texto abierto"
a cargo de Darío Sztajnszrajber, filósofo.

20.00 hs. – Presentación del libro “El jrein dulce de mamá y otros relatos” de 
Gabriel Rozenzon, a cargo del autor.
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LUNES 1º
19.00 hs. -  Presentación del libro “Como la sangre que corre” de Myrtha Schalom, a
cargo de  Fanny Mandelbaum, Liliana Hendel, Ricardo Feierstein y la autora.
 
20.00 hs. -  Charla: “Las historias que me contaron y las que invento: secretos de un
narrador”, a cargo de Marcelo Birmajer, escritor.

20.00 hs. – Presentación del libro: “La fe en el Nombre. Una lectura psicoanalítica de
las creencias” por su autor Dr. José Milmaniene
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MARTES 2
18.00 hs. – "Te voy a escribir un cuento"
Taller de escritura creativa para chicos a partir de los 7 años a cargo de Sebastián Burecovics, escritor. (En Biblioteca)
18.30 hs. – Charla: “El Idish en la Argentina: ¿en terapia intensiva o con signos de recuperación?, 
a cargo del Dr. Saúl Drajer.
19.30 hs – Charla: “Las primeras comunidades judías en América” 
a cargo del Dr. Sixto Stolovitzky
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MIERCOLES 3
17.30 hs. – Presentación de la revista “Sefárdica XX: Sefarad, huellas de un exilio”, a
cargo de Esther C. de Cohen, Adolfo Kuznitzky, Graciela T. de Ryba
Coord. María Cherro de Azar
Canciones Sefaradíes: Miriam Nova

19.00 hs.  - Presentación del libro "El caso del concurso literario" de Ricardo
Feierstein, a cargo de la Lic. Miryam Nasatsky, Kado Kostzer,
director teatral y el autor.

20.00 hs. – Presentación del libro: “Seis genios en el cielo”, a cargo de su autor
Ing. Sami Sverdlik.
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JUEVES 4
18.00 hs. – Presentación del libro: “Alberto Gerchunoff. El argentino más
judío, el judío más argentino” de Ricardo Feierstein, a cargo de Mario Goloboff, Jorge                   Payró Gerchunoff y el autor.

19.00 hs. -  Charla: “La imagen de la mujer en la literatura popular” a cargo de
Ana María Shua, escritora.

20.00 hs. –  Charla: “La religión en la literatura y la literatura en la religión”, a cargo de
Silvia Plager, escritora.































viernes, 14 de junio de 2013

Misceláneas judías para la pausa del Sábado



6 de Tamuz de 5773

Mensaje a un negro desconocido
De León S. Pérez

Un sitio donde acaba el color y empieza el alma,
negro, escucha,
escucha abandonando tu blanco fantasma inveterado.
Un sitio donde acaba el látigo y empieza la guitarra,
negro, escucha,
escucha abandonando tu aurora de patrones ajenos,
escucha abandonando tus dioses sojuzgados.

Sólo un lugar, sólo un tiempo,
solamente otro pueblo como el tuyo,
y otros nombres tan distintos e idénticos,
pueden dar a tus lágrimas
exactísimo espejo,
pueden dar a tus quejas
bronces de purísimo eco.
Somos los más sólidos,
los que están por ello más abajo,
nos parecemos en los finales zumos
de todo lo humanamente hecho.
Negro, a ti te llega,
como a mí, judío,
el cartabón de la locura,
la espada del dolor ardiendo,
el insufrible llanto que sufrimos,
la pregunta universal y sobrehumana:
¿Cómo, aún de pie, cómo?

Despierta tú también de tus azogues,
de tus gritones banderines rojos,
de tus zapatos que marcan una música
letal al corazón y a tu coraje.

Ven a vernos; ardientes, fantasmales,
-         ¡atrás los de rodillas! –
sin dejarnos echar la palada postrera,
sin dejar que terminen ese ataúd a medias fabricado.
Puedo decirte desde aquí,
lejos, de noche a noche;
-         Negro, tenemos algo
del corazón de la montaña.

Sólo un sitio donde acaba el color y empieza el alma,
sólo un pueblo que puede dar al llanto negro
exactísimo espejo,
al largo camino de sus quejas
bronces con una aurora
de purísimo eco.

                                                                 **************

León S. Perez. Poeta judeo-argentino. Este poema se publicó por primera vez en la revista literaria DAVAR de la Sociedad Hebraica Argentina, en el año 1947, cuando Perez era un joven poeta. Luego publicaría sus libros “El pacto rojo”, “Israel de septiembre” y “Los días del hombre mil”.



"Diálogo entre dos mundos"

Por Jack Fuchs y Silvia Lef

Jack:
Pienso que uno como judío es embajador de cualquier otro judío
del mundo. Si algun judío dice algo en la India, en China, en Africa
me preguntan a mí por qué lo dijo. Si hace algo, ¿por qué lo hizo?
¿Por qué será? ¿Vos, qué pensás?

Silvia:
Pienso que uno se hace responsable del otro como semejante. Del
otro humano, del co-genérico de la misma especie. Si es iehudí, más
aún. Seas ritualista, teísta, ateísta. Acordate de la ética levinaseana.
Por otra parte, acerca del Brit Milá/Pacto de Palabra/Palabra hecha
Acto/Circuncisión ni qué hablar. Mucho más. Porque la falibilidad es
hablada a través de quien denuncia en su propio cuerpo la finitud de
la especie. Por ello, siempre a obrar conforme a derecho. Nunca con
transgresiones ni incorrecciones. No sea cuestión que te interpelen
y/o te quieran sancionar por lo que dijo otro del Otro. Y si es de tu
comunidad y/o alianza de ética o fe en la Letra....

Jack:
Más aún....
Quiero saber si la Ley me autoriza a escribirle a un periodista que
ayer publicó un artículo muy conmovedor en Página 12, donde 
también escribo contratapas hace más de dos décadas. ¿Vos qué 
decís? ¿podré? ¿me leerá? ¿me responderá?

Silvia:
Si te autorizás a vos mismo, házlo. Si ese es tu deseo. Me parece
que ésa es tu Ley. En los lazos humanos, rige el artículo 1137 del Código 
Civil Argentino que reza: "Lo que las partes pactan entre sí vale para ellas como la
Ley misma". Si este escritor te responde, altamente probable que lo
haga, allí nacerá el diálogo como Acto entre esas dos
intersubjetividades. ¿Querés compartir con los lectores ese artículo
suyo que te impactó en el marco de la Guerra Civil Española?

Jack:
 Me gustaría mucho que lo lean mis semejantes, mis otros, así
comprenden también mi sensibilidad. Recordá que también yo 
escribí un artículo acerca de la Guerra Civil Española. La próxima lo podemos
hacer circular, así conocen mis reflexiones al respecto. Me encantaría
hablar con este autor de la Schoá y mostrarle lo que escribí acerca de
esos temas.

Silvia:
Si estás de acuerdo, coloco el link de este artículo de Mario
Goloboff, editado en Página 12 del miércoles 12 de Junio de 2013, así
se lo leen quienes así lo elijan hacer. Me decías que cuando lo
conozcas a Mario personalmente, le cantarás la canción en idisch que
recordás desde que tenías 14 años, alusiva a esa guerra.
Ver nota en http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-222089-2013-06-12.html
 Te  invitamos a la Feria del Libro Judío, sita entre el 27 de Junio
y el 4 de Julio de 2013 en la Sociedad Hebraica Argentina. Allí, un
evento del jueves 4 a las 18 hs en el Café Literario, la presentación
del libro "Alberto Gerchunoff. El argentino más judío, el judío 
más argentino", a cargo de Mario Goloboff, Jorge Payró Gerchunoff y el
autor Ricardo Feierestein, te puede interesar sobremanera.

Jack:
Silvia, te cuento algo increíble. Me ayudó tanto lo que hablamos
que apenas te fuiste le escribí y envié el email a Página 12 para que
se lo reenvíen. Te copio mi escrito y luego su respuesta de hoy,
viernes 14/6/13. Es un verdadero privilegio hablar contigo. Me hacés
tan bien que no te lo imaginás.
"Estimado Mario Goloboff
Hace unos días leí una nota suya sobre la guerra civil española.
Me conmoció mucho. Yo en 1938 vivía en Lodz, Polonia y como
adolescente -tenía en ese año 14 años- fui miembro del partido
socialista judío BUND. Ya pasaron 70 años y todavía recuerdo una
canción en Idish sobre la guerra civil española.
Si algún dia tengo el privilegio de conocerlo me gustaría cantársela.
Es muy raro que viviendo en la misma ciudad nunca nos cruzamos. Parece
que cada uno sigue su camino y a veces estos no se cruzan. Me gustaría
tener la oportunidad de conocerlo.
De mi trayectoria, puede tener información en Página12. He escrito
muchas notas, la mayoría en las contratapa, incluyendo una sobre la
Guerra Civil Española.
Le doy mis coordenadas y con placer lo invito a mi casa cuando pueda". 
 
                                                           ****** 
 "Estimado Jack Fuchs:
Soy yo quien se siente
privilegiado porque he recibido este mensaje de usted, que me honra, y
al cual agradezco en toda su generosidad y dimensión. Anoto su
teléfono, y en cuanto pueda trataré de verlo.
Gracias, pues, por su mensaje y sus conceptos. Hasta pronto
                                                                        Mario Goloboff"

 Silvia:
 El Pacto se hizo Acto. Te animaste a romper la dificultad y
le escribiste. Te respondió inmediatamente. La Ley del "encuentro"
entre "letras" hizo lo propio.

 Jack:
Sigo pensando que para huír de la crueldad del hoy nos
refugiamos en el ayer.
Aunque siempre te digo que son defensas y que el hombre no cambia.
Siempre es el mismo. Y, vos, Silvia. ¿Qué me podés decir?

Silvia:
Dígo desde una Palabra que vale Acto.: ¿Quién dijo que no hay
Patriarcas contemporáneos? Acaso, ¿no te nombramos como el Patriarca
Yacub en pleno Siglo XXI? ¿Transmisión y Talmud?....

Jack:
      "(...)"

viernes, 7 de junio de 2013

Misceláneas judías para la pausa del Sábado



29 de Sivan de 5773
Del amor como alegría (*)
de Manuel  Cruz

La definición spinoziana de la esencia del amor en la Ética demostrada según el orden geométrico queda formulada en los siguientes términos: "el amor es una alegría acompañada por la idea de una causa exterior". Por su parte, el deseo podría definirse como "el apetito acompañado de su conciencia", y aunque nos centraremos en el primero, la referencia al segundo es importante porque para Spinoza el deseo es el afecto básico, concibiendo la alegría y la tristeza como sus primeras variaciones y derivando todos los demás, incluyendo el amor, a partir de ellos.
Conviene empezar indicando que el mero hecho de que el amor resulte susceptible de ser definido ya resulta, en el esquema de Spinoza, algo profundamente significativo. Para él es posible abordar la cuestión del amor humano de manera que de su análisis extraigamos verdades objetivas. A este respecto, las declaraciones de Spinoza son absolutamente inequívocas: propone tratar los afectos humanos "como si fuese cuestión de líneas, superficies o cuerpos".
Planteando las cosas de semejante forma, se distancia por un igual de quienes "prefieren, tocante a los afectos y actos humanos, detestarlos y ridiculizarlos más bien que entenderlos" y de quienes, apreciándolos, consideran a los afectos fuera de las leyes de la naturaleza, sin que quepa seguir orden alguno con respecto a ellos. Por supuesto, tanto unos como otros tienden más bien a definirse por unas tesis que, en realidad, son los efectos derivados de aquellos. Es el caso, que señala Spinoza tras presentar su definición de amor, de aquella otra manera de concebirlo en tanto "la voluntad que tiene el amante de unirse a la cosa amada", entendiendo por voluntad el contento que produce en nosotros la presencia de dicha cosa amada. Para Spinoza, el error conceptual de esta otra versión consiste en que la presencia del amado no puede constituir la esencia del amor porque sigue habiendo amor incluso cuando el amado está ausente.
Pero es que, además, en la versión criticada por Spinoza el amado importa de una manera muy particular: importa en la medida en que es fuente de alegría, sin contemplar el conocimiento de él. Con otras palabras, este amado es únicamente ocasión, oportunidad, mero soporte material para la idea preconcebida del amor que pueda tener el amante. La desesperada necesidad con la que se buscan, por más apasionada que parezca, es meramente instrumental: se necesitan el uno al otro para arder en el fuego de la pasión, pero ninguno de ellos necesita verdaderamente al otro tal como es, en su real y concreta especificidad. En ese sentido, en tales situaciones -representadas de manera emblemática por lo que se suele denominar flechazo, cuya característica fundamental es precisamente que la rapidez, casi instantánea, con la que brota el vínculo amoroso parece hacer de todo punto innecesario un proceso de conocimiento entre los presuntamente enamorados- lo que hay, más que amor al amado es, utilizando la expresión que Denis de Rougemont toma de Agustín, un amor al amor.
Pues bien, frente a ambos grupos (el de quienes desdeñan los afectos y el de quienes los valoran en clave subjetivista), Spinoza postula la dimensión cognitiva consustancial a nuestras emociones. El temor, la aflicción, la ira, la alegría e incluso el mismo amor suponen la valoración de la situación en la que ellas se producen. En ese sentido, las emociones, lejos de ser simples impulsos o instintos, constituyen patrones sumamente selectivos de visión e interpretación. Aunque, eso sí, el conocimiento que cualquiera de aquellas reacciones aporta es un conocimiento planteado desde una perspectiva específica, en concreto, la de hasta qué punto una determinada situación afecta a mi bienestar, en qué medida lo altera.
El amor es la conciencia de una transición significativa en la dirección de un mayor florecimiento personal. En la alegría del amante este experimenta cómo se realiza su ser con una perfección mayor a la que experimentaba antes de sentir esa alegría. Aunque también podría plantearse lo mismo en el plano del lenguaje cotidiano y constatar que se expresan con bastante propiedad quienes declaran cosas tales como que el amor hace que saquen lo mejor de sí, o que el haber conocido (y haberse enamorado) de X les ha transformado en sentido positivo. Con la contrapartida inevitable de que no cabría considerar en puridad como amor en sentido spinoziano todas esas relaciones tóxicas, en las que, a la inversa, una de las personas acaba sacando lo peor de sí, por no hablar de cuando termina autodestruyéndose.
En todo caso, la alegría en cuestión, definida por Spinoza como el paso del hombre de una menor a una mayor perfección, en modo alguno significa que el individuo se transforme en alguien distinto al que era en el sentido de que su esencia o forma cambien a otra (por más que a los afectados a menudo les agrade fantasear tan radical mudanza). Significa que aumenta su potencia de obrar, "tal y como se la entiende según su naturaleza". En consecuencia, en cuanto alegría el amor es paso o transformación de nuestra potencia en una potencia aún mayor de existir, de actuar. Acaso lo que más importe resaltar de esto sea la idea de que esa búsqueda de mejora, en un horizonte de perfección, lejos de constituir el resultado de una decisión libremente tomada, forma parte de la propia naturaleza humana.
Porque es en esta perspectiva en la que se deben interpretar todas las afirmaciones spinozianas resaltando la importancia del amor (incluidas las de su juventud, como aquella en la que sostenía que "no podríamos existir sin gozar de algo a lo que estemos unidos y fortalecidos"). Lo que las sustenta, al tiempo que les proporciona su sentido último, es precisamente el convencimiento por parte del filósofo de la dimensión carencial del ser humano. A la esencia de todas las personas, señala Spinoza en su antropología, pertenece el deseo de buscar todo cuanto contribuya a su mejoramiento. Y si, en general, necesitamos muchas cosas debido a nuestra naturaleza, en particular nos necesitamos los unos a los otros ("nada es más útil al hombre que el hombre"), necesidad de la que dejan clara constancia determinadas emociones, que constituyen, en ese sentido, el reconocimiento de nuestra dependencia de los demás.
En cierto sentido, pues, el amor es una cuestión de supervivencia para el individuo. Lo que aparece como contento o júbilo se basa en realidad en una carencia fundamental inscrita en lo más íntimo del corazón humano: para no amar, había sostenido también el filósofo cuando era joven, haría falta no conocer, pero no conocer equivale a no ser. Bien pudiéramos decir, entonces, que el amado provoca en el amante la alegría del amor pero no la crea.
Alguien podría pensar que esta relativa indiferencia del objeto amoroso (el amado solo desencadena la alegría, lo que implica que idéntica función podría ser desempeñada por otro) libera al amante de muchas de las servidumbres que a menudo acompañan a la experiencia amorosa. El amante spinoziano es consciente de que la posesión del objeto amoroso no es inteligible en cuanto objetivo si no hace referencia a las necesidades del yo, lo que implica que quien conozca estas adecuadamente (y sepa, por tanto, que aquella posesión nunca puede constituir un fin en sí mismo) se encontrará en una posición de mayor autonomía que el enamorado bobo que sea ignorante de ellas (resultando indiferente a estos efectos que se encuentre en esta actitud como resultado de un flechazo o de un proceso). Pero asimismo sabe, frente al platónico irredento, que tampoco se trata de buscar ningún bien de carácter superior en el particular objeto de nuestro amor, sino que este ha de ser puesto en relación con nuestros conflictos más apremiantes, de manera que el presunto bien sea un bien para nosotros.
Es imposible amar intensamente a una persona manteniendo al mismo tiempo la convicción de que su lugar podría ser ocupado por cualquier otra. Se diría que la lógica de funcionamiento interno del amor exige considerar al amado como único e irrepetible. Su necesario conocimiento solo puede seguir, por tanto, la dirección de afirmar su especificidad.
Pero el caso es que determinadas personas desencadenan en nosotros dicha emoción mientras que otras no lo hacen en absoluto, y no está claro que Spinoza disponga de una explicación para ello. Lo cual acaso no debiera ser valorado como una deficiencia de su planteamiento, sino más bien como el reconocimiento por su parte del irreductible elemento de misterio que acompaña a toda relación amorosa. La necesidad de que el objeto de amor sea independiente del amante (puesto que en caso contrario no habría genuino florecimiento del yo) constituye, en cierto sentido, el sensor de la emoción amorosa, que es vivida por este de manera tanto más intensa cuanto más siente depender de la persona amada, hasta el extremo de que ni la felicidad misma le resulta capaz de concebir sin ella. Pero la conciencia de tal dependencia, señala Spinoza, es fuente de odio porque es conciencia del poder que posee el amado para disminuir el bienestar del amante. No poder poseer por completo al objeto amado genera el dolor de la angustia y de la frustración (que nada casualmente termina virando en odio cuando se produce esa pérdida definitiva que es la ruptura).
En este mismo capítulo de los efectos derivados de la exterioridad de la causa del amor deberíamos incluir los celos (la amada, irreductiblemente independiente del amante, puede amar a otra persona), a los que se define en la Ética como "fluctuación del ánimo surgida del amor y a la vez del odio, y acompañada de la idea de otro al que se envidia". La definición se acompaña con una descripción de la experiencia de los celos difícil de imaginar en alguien que no los hubiera sufrido en su propia carne: "quien imagina que la mujer que ama se entrega a otro no solamente se entristecerá por resultar reprimido su propio apetito, sino que también la aborrecerá porque se ve obligado a unir la imagen de la cosa amada a las partes pudendas y las excreciones del otro".
Tal vez la cruda veracidad de esta última descripción, que irrumpe como un golpe de efecto teatral en ese sistema rígidamente intelectual de Spinoza, muestre sin demasiados velos la profunda contradicción -ahora sí- que parece recorrer su planteamiento por entero. Y es que, de un lado, nuestro autor reconoce la omnipotencia del deseo, la fuerza desmedida de los sentimientos, cuando escribe cosas tales como que "la fuerza de una pasión o afecto puede superar todas las demás acciones del hombre, o sea, puede superar su potencia, hasta tal punto que ese afecto quede pertinazmente adherido al hombre". Pero, de otro, en todo momento se muestra preocupado por los efectos de tan desmedida fuerza. De ahí algunas de las formulaciones, más literarias, que recoge de las Sagradas Escrituras a este respecto, como, por ejemplo, "la pasión es una caries para los huesos" o "el deseo es despiadado como el sepulcro". En definitiva, para Spinoza el amor (al igual que el odio, el temor y las demás emociones) es tan fuerte que nos debilita.
Aquello, por tanto, que constituye la condición de posibilidad de la alegría es, al propio tiempo, lo que la amenaza. Aquello que el individuo ama porque constituye el instrumento privilegiado para alcanzar la felicidad es precisamente aquello que lo esclaviza y, en la misma medida, lo que le resulta odioso. Las emociones, imprescindibles para preservar, perseverar y mejorar al sujeto, lo convierten en dependiente de la fortuna, condenado "a ser zarandeado por causas exteriores y no gozar nunca de la verdadera tranquilidad de ánimo". La inequívoca inspiración estoica de los planteamientos spinozianos aboca en el caso específico de la emoción amorosa en la misoginia y, en el de las emociones en general, en la renuncia a las cosas que otros consideran esenciales para el bienestar.
No existe, de acuerdo con lo expuesto, más amor que el amor anestesiado, más pasión que la que conseguimos que no exista. Hay renuncia, reconoce Spinoza al final de la Ética, pero ella misma es la prueba de que hemos alcanzado la felicidad. Alguien podría valorar este recurso argumentativo postrero como una manifestación, apenas enmascarada, de la ancestral tendencia del pensamiento a presentar lo inevitable como virtuoso. Se diría que nuestro autor intenta protegerse de este reproche cuando concluye su libro con un tan rotundo como enigmático "todo lo excelso es tan difícil como raro".
Pero tal vez conviniera detenerse un paso antes de esa conclusión, en el momento en el que Spinoza constata el misterio que acompaña a la elección de la persona amada. Que quedemos prendados de alguien que, sobre el papel, no cumplía ninguno de los requisitos que estábamos convencidos de que debía cumplir nuestra pareja ideal o que, a la inversa, nunca estalle la chispa con aquella otra persona que sí parecía cumplirlos y con la que incluso, por añadidura, teníamos trato frecuente y fluido, quizá no impugne la idea spinoziana de que lo que está en juego en el amor es la satisfacción de toda una serie de necesidades profundas del yo. Acaso lo que pruebe la pareja inesperada o sorprendente es que uno nunca termina de conocerse del todo a sí mismo.

(*) Del libro Amo, luego existo. Los filósofos y el amor de Manuel Cruz, Editorial Eudeba, Buenos Aires, 2013
Disponible en nuestra Biblioteca.
Manuel Cruz es catedrático de Filosofía Contemporánea 
en la Universidad de Barcelona.


Curso de Historia Judía


"Diálogo entre dos Mundos"

Por Jack Fuchs y Silvia Lef 
 
Jack:
Esta semana murió un gran hombre, amigo mío y sobreviviente
también: Henry Morgentaler. Se desempeñó como médico en Canadá y cobró
un gran renombre por su particular lucha humanística por ideales. Hace
siete años le dediqué una contratapa de Página 12. Ahora que murió 
lo rememoro con este mismo artículo.
Me gustaría leerlo contigo.

Silvia
Podríamos compartirlo con los lectores de nuestros diálogos semanales.
¿Qué te parece, Jack?

Jack:
Me parece muy pero muy bien. Creo que es el mejor homenaje para
hacerle, difundir su aporte y que sepan cómo estuvo vinculado a mi
persona, desde aquella época en adelante.

Silvia:
La idea es que lean tu letra, al respecto.

Jack:
"Mi amigo Heniek, el hombre más discutido en Canadá"
Hace unos cuarenta años que pronunciar el nombre del doctor Henry
Morgentaler en Canadá produce un efecto tumultuoso. Pienso en el
panteón argentino y no encuentro equivalentes precisos. ¿Quién es
Henry Morgentaler? Hacia mediados de los ’60, Morgentaler inició en
Montreal una resonante campaña en favor del derecho de las mujeres al
aborto. Médico, recibido en Bélgica, tuvo de inmediato el apoyo de los
grupos feministas de entonces y la permanente solicitación de que él
mismo, en calidad de médico, hiciera abortos. A partir de 1969
abandonó su especialidad en psiquiatría y, abiertamente, en una
clínica de su propiedad, se dedicó a la práctica ilegal del aborto. En
1973 anunció públicamente que había hecho más de cinco mil abortos 
y permitió que un programa de la televisión de Quebec filmara una de sus
intervenciones. La intención de Morgentaler fue la de autodenunciarse
y concurrir ante un tribunal, confiando en el sentido común y en el
espíritu abierto de los canadienses. A pesar de que un jurado de 11
hombres y sólo una mujer lo absolvió, el juez terminó condenándolo 
y fue a prisión durante diez meses. Como Morgentaler se caracterizó
siempre por ser un espíritu inquieto, se dedicó a hipnotizar a otros
presos y armó una biblioteca, quizá los guardianes y reclusos hayan
hecho una fiesta cuando salió: un alivio para él y pero también para
la población del penal.  Finalmente, hace ya 15 años, la Corte
canadiense legalizó el aborto. La actividad de Morgentaler, su
publicidad a favor de un humanismo secular que comprendiera la
necesidad de dar  marco legal a la decisión y el deseo de procrear,
fue fundamental en Canadá. En estos días, Morgentaler volvió a ocupar
la primerísima plana de la prensa canadiense en ocasión de haber sido
propuesto para recibir el máximo reconocimiento que otorga Canadá a
las personalidades públicas, la Orden de Honor. El doctor Morgentaler,
que dirigió una célebre carta a Juan Pablo II en la que expone sus
puntos de vista acerca del aborto, está otra vez en el centro de la
discusión y el debate: ahora propone abrir una clínica en el Ártico,
para evitar que las mujeres tengan que desplazarse cuando deciden
interrumpir sus embarazos.
Pero la historia que quiero contar es otra, más personal. Más
directamente ligada a mi vida. No quiero pronunciarme acerca de la
delicada cuestión del aborto, quiero recordar a mi amigo, a mi
compañero de Auschwitz y Dachau. Conozco a Henry Morgentaler desde mi
adolescencia. Los dos vivimos la experiencia del gueto en Lodz. El es
algo mayor que yo, quizá uno o dos años, los dos viajamos en el mismo
transporte a Auschwitz, tenemos números casi correlativos, ninguno de
los dos lleva el número grabado en el brazo, en esos días, por alguna
razón, no nos marcaban. Su padre era un conocido activista  socialista
del Bund, fue una de las primeras víctimas de la ocupación de Lodz.
Con Henry  y con su hermano, Mumek, compartimos aventuras de
militancia durante los años del gueto. En agosto de 1944 nos
deportaron juntos, con nuestras familias. Y juntos también, él, Mumek
y yo, fuimos a parar al campo de trabajo de Dachau. Un mes antes de la
liberación, el campo donde estábamos fue declarado en cuarentena. Casi
todos estábamos en estado de desnutrición, enfermos. Me queda un
ligero pero intenso recuerdo del hambre, o mejor, no del hambre sino
de la extraña lucidez, de la claridad y el abandono que me envolvían
en el hambre. Los hermanos Morgentaler estaban un poco mejor que yo.
En algún momento me crucé con él, con Henry; nosotros lo 
llamábamos Heniek. No sé por qué recuerdo con mucha precisión el diálogo que
tuvimos: “Heniek, siento que me muero”, le dije, y él me respondió
“Iankele, aguantá, tenés que aguantar, quizá está por terminar 
la pesadilla”. Los días previos a la liberación fueron días de mucho
desconcierto. En medio del desorden, Mumiek se las ingeniaba para
conseguir pan y repartirlo. Me acuerdo bien: Mumiek me trajo un
pancito. Cuando en ese estado se come algo, se produce un repentino
resplandor, no es alivio, es un aliento indescifrable.
Mumiek murió hace unos años y sus cenizas, por pedido suyo, fueron
esparcidas en el campo de Auschwitz donde murió toda su familia. Leo
sobre Henry en la prensa internacional, acaba de publicarse una
biografía suya, Henry, que jamás posó de sobreviviente, que no quiso
jurar sobre la Biblia durante el juicio, que se enfrentó a los poderes
públicos, que recibió el apoyo y la crítica feroz de las feministas,
Henry que a sus ochenta años todavía sigue dando pasto a su fama de
hombre galante, de conquistador y bonvivant, que debió sentir un
enorme estremecimiento frente a la justicia y la opinión pública
canadiense, o en la soledad de la cárcel, cuando años antes, la
política nazi lo había condenado a él y al pueblo judío a morir sin
ninguna defensa, es para mí, aún, ese muchacho que me empujó a vivir.
El renombre de Heniek despierta en mí las huellas del pasado. Es el
misterio de los encuentros y desencuentros, el misterio de los
destinos y de los pequeños dramas biográficos. Me pregunto, no puedo
dejar de preguntarme, cuáles son las razones por las que un hombre que
pasó por Auschwitz pudo dedicar sus años a una causa tan
controvertida, cómo pudo él mismo desarrollar una práctica que, 
más allá de todas las razonables consideraciones que puedan hacerse,
supone una intervención sobre la vida. Yo, ya en Argentina, me dediqué
muchísimo tiempo a trabajar con niños, en las escuelas. Creí que era
un deber o una obligación histórica hablarles de mi Lodz, del mundo
judío que desapareció con la guerra, hacer memoria del espanto. Una
tarea también muy delicada. Encontrar la manera de hablar de Auschwitz
sin despertar odio, hablar del horror sin horrorizar. No me
arrepiento, para nada. Tengo la esperanza de haber sido alguna vez
escuchado, y me basta con eso. Pero a la vez, ahora, me invade un
sentimiento de vacilación, un inevitable esceptisismo acerca de la
eficacia de toda pedagogía.
Nos encontramos en 1970 en Buenos Aires, iba de paso para Chile a
visitar a la familia de su segunda esposa. La última vez que vi a
Heniek fue en Montreal, en 1976. Yo había viajado con mi hija,
Marianne, y él estaba con sus hijos. Hablamos, me contó detalles de su
vida. Seguramente hice lo mismo. Pude reconocer la enorme satisfacción
que debió sentir al enfrentar un tribunal, al ser acusado, condenado y
absuelto, vi en él el brillo del triunfo. Haber tomado riesgos,
haberse autoacusado, haberse defendido, no hacía mucho que había
salido de la cárcel y estaba seguro de que finalmente, en Canadá, iba
a terminar por aprobarse, como ocurrió, una ley que contemplara la
legitimidad del aborto. Para Heniek, el mejor modo de evitar los
campos de concentración es permitir que los hijos vengan al mundo
cuando son verdaderamente deseados, cuando no están rodeados de tabúes
oscuros e irracionales, cuando son hijos de la decisión y el amor. Yo
quizá creí en el poder de la memoria y la educación. Probablemente los
dos estemos en lo cierto. Probablemente los dos hayamos incurrido otra
vez en los viejos ideales del humanismo. Y probablemente los dos
sepamos, a nuestro modo, que las cosas no tienen solución. Que la
historia es indiferente a la voluntad de hacer las cosas bien"

Silvia:
¡muy interesante, Jack!
En el final, te analogás a su obra desde la tuya propia. Te identifica
la lucha propia, con la virtud puesta en la memoria y en la educación,
en la vida personal!. ¿Una apuesta al idealismo? ¿Al idealismo de los
viejos ideales? ¿Los ideales de un Patriarca del Siglo XXI, nombrado
como Yacub?

Jack:
     "(...)"

miércoles, 5 de junio de 2013

Presentación del libro de poemas:

                                 “La muda canta” 
de Elena Cohen Imach

Participan:

Alejandrina Devescovi, poeta y Directora de Ediciones Botella al Mar
Julio Aranda, poeta, narrador y ensayista

y la autora

Coordina: Gerardo Mazur        


Miércoles 12 de Junio, a las 19.30 hs.
 Café Literario de la Sociedad Hebraica Argentina

Sarmiento 2233  
Entrada libre

Artes Plásticas


Exposición de pinturas de MANFREDO TEICHER

Médico, psicoanalista y artista plástico.

Didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina



“Contento, a pesar de todo”







Inauguración: Miércoles 5 de Junio, a las 19.00 hs.
Hasta el 19 de Junio

Café Literario de la Sociedad Hebraica Argentina
Sarmiento 2233
Entrada libre